
Rebekka Bakken protagonizó anoche en Conde Duque un sobresaliente fin de fiesta musical para el programa de Ellas Crean
La cantante escandinava dio una lección magistral de música sin fronteras
Hace ahora tres lustros que a esta cantante la escena neoyorquina del jazz le hizo un vistoso espacio; ella lo aprovechó, sin embargo, para instalarse en una estética musical más acorde con su temperamento y formas. Esa estética no es otra que la sensacional onda expansiva del jazz multicultural, de avanzada, convenientemente sazonado de blues y de rock, sin obviar, en ocasiones, los chispeantes alfilerazos del folclore de su tierra. Rebekka Bakken es noruega y es parte de ese setenta y cinco por ciento de intérpretes que ha puesto la nota del jazz vocal en esta edición de Ellas Crean, cuyo programa aún reserva sorpresas en otros apartados, habida cuenta de que su comparecencia de anoche en Conde Duque cerró magistralmente el programa de conciertos.
Repertorio de origen fonográfico variado
Rebekka, de estilo accesible aunque cada vez con más detalles aventureros, escogió para su presentación un programa de filiación fonográfica dispersa, con paradas puntuales en el repertorio de «Little drop of poison», el maravilloso álbum con canciones de Tom Waits que la artista publicó hace algunos meses en compañía de la Frankfurt Radio Big Band. Rebekka Bakken es una cantante de lances apasionados adentrándose en un rock de aristas y vértices impares, y muy inspirada hilvanando melodías de delicada sensibilidad por donde nadie lo haría.
Y, para hacer diáfana su resolución, viaja con unos músicos que, desde la batería y el bajo -Rne Arnesen y Lars Danielsson, respectivamente- articulan una paleta de colores múltiples despejando el camino para que Borge Pedersen-Overleir despliegue sus polícromos y sutiles monólogos guitarrísticos. Todo lo que este músico hace se convierte en un magnífico borrador de futuro y lo que Rebekka idea con él tiene un interés especial y verdadero, es avanzado y genuino a la vez.
Toda la música imaginable
Rebekka Bakken quiere ser un cedazo para las formas de todas las músicas imaginables, y el objetivo le lleva a concebir un producto muy atractivo que, pese a su enorme variedad, se acomoda bien a las entendederas de cualquier persona con buen gusto. Colabora en ello la selección del repertorio. Apuntes de cabaret rockero y salpicaduras de free jazz, pero también canciones de Tom Waits e, incluso -como contábamos-, una tonada escandinava a voz sola que hizo avanzados los aires tradicionales.
Una de las gratificaciones posibles en este oficio que consiste en escribir y opinar acerca de lo que los demás hacen, es la de tropezar con creadoras como Rebekka Bakken, y seguirle el rastro para que sus alumbramientos hagan menos insustancial la existencia cotidiana. Ha sido un sobresaliente fin de fiesta musical, acorde con un programa igualmente repleto de excelencia