Día 7 de marzo de 2023
Encuentro con EDURNE PORTELA y VIRGINIA MENDOZA
Modera: Concha Hernández
Biblioteca Nacional de España
Fotos: Elena Quintanar
Echar la vista atrás
El compromiso por recuperar la memoria de una España deshabitada que permanece borrada, que se pierde ante nuestros ojos; la visita a la historia popular de nuestro país, caída en el olvido y soterrada por diferentes narrativas, los silencios que circundan los relatos familiares y los traumas heredados de generaciones pasadas. Estos son algunos de los temas sobre los que las autoras Edurne Portela y Virginia Mendoza han reflexionado este pasado martes 7 de marzo, en una conversación en la Biblioteca Nacional. Concha Hernández, directora de Ellas Crean, moderó el segundo encuentro del festival protagonizado por estas dos maravillosas escritoras dentro del marco del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres.
El mundo rural tan denostado por la sociedad actual, en un momento en el que se dedican casi todos los recursos a la producción, a las grandes ciudades y al desarrollo tecnológico, se ha puesto sobre la mesa a lo largo de esta conversación. La importancia de la tierra, la memoria, el arraigo y el apego son cuestiones que están siendo recuperadas por el talento femenino. Edurne Portela, fundadora de la editorial Galaxia Gutenberg y ganadora del premio Euskadi de Literatura en 2021 por su libro Los ojos cerrados, ha recalcado en este encuentro la patología propia de una comunidad que desconoce su historia. La escritora califica este estado de desmemoria como un rasgo característico de la enfermedad.
Nuestra hoja de ruta se queda en blanco al dejar de lado la reflexión acerca de quiénes somos y de dónde venimos. Esta carencia a la hora de repensar nuestro pasado deja heridas abiertas en el camino que de vez en cuando vuelven a supurar. Las cicatrices son el resultado de una vida compleja que ha sido curada y sellada; por el contrario, las heridas no dejan de doler hasta que son tratadas. La autora ha comentado en el coloquio la necesidad de reparar el daño de aquellas personas que aún continúan buscando a sus familiares desaparecidos durante la guerra civil, apoyando la urgencia de impulsar una vía de sanación para aquellas personas que sufrieron los horrores y la crudeza tan inhumana de la dictadura franquista.
Este desconsuelo puede ser heredado generación tras generación, algo de lo que nos habló Virginia Mendoza. La periodista y antropóloga vivió algunos años en Armenia, un periodo que le permitió comprender con mayor detalle el genocidio cometido en este país. Esta vivencia le llevó a escribir Heridas en el viento: Crónicas armenias, donde relata parte de las experiencias de aquellos que vivieron en primera persona la barbarie.
La autora ha explicado este martes cómo en algunos casos el silencio funciona como una herramienta para aquellos protagonistas del exterminio que buscaron olvidar y continuar con sus vidas. Este vacío ayudó a la primera generación a salir de la angustia provocada por semejantes atrocidades; sin embargo, conforme trascurrieron los años las generaciones futuras dejaron de preguntar por lo ocurrido. Las consecuencias de remover algo tan doloroso pueden ser desoladoras, por ello preferimos callar.
Además, la pérdida siempre viene acompañada del duelo, un proceso complejo que no siempre es fácil de llevar a cabo. Virginia ha explicado que es frecuente la negación en algunos casos en los que las poblaciones son expulsadas de sus viviendas o son forzadas a huir de sus pueblos por razones de causa mayor. La posesión de las llaves que abren las puertas de unas casas que probablemente no vuelvan a ser habitadas se convierte en un acto casi simbólico, propio de la reacción provocada por el shock. Este fue el caso de los judíos al ser expulsados de la península ibérica, pero también ha ocurrido con la sociedad armenia.
Por todo ello, las escritoras luchan por la recuperación de la memoria, para que se conozcan estas historias y la sociedad sea capaz de deliberar sobre ellas. Además, añadía Edurne que su deseo no es el de institucionalizar un único discurso, sino dejar paso a una multitud de relatos. La pluralidad enriquece y solo de esta manera se consigue reconstruir una historia popular capaz de revisitarse cada vez que sea necesario.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar el acento que se colocó a lo largo de toda la charla en el mundo rural y el aislamiento que este espacio sufre. Algunas de las cuestiones sobre las que se debatieron hicieron hincapié en la escasez de servicios ofrecidos en los pueblos, como las farmacias, los comercios, los centros de salud o los transportes. Una situación muy precaria que encajona a sus habitantes y los convierte en ciudadanos de segunda clase desprovistos de derechos, según indicaba Edurne Portela. Esta llamada de atención sobre la realidad invisibilizada que viven estos lugares pretende impulsar el interés por zonas deshabitadas que no podemos dejar caer en el olvido. Somos la memoria de estos pueblos y tenemos el deber de conocerla y contarla.
Andrea Sánchez Espadero