El mirar de la maja. Sara Calero

No debe ser nada fácil tener la danza en la cabeza y el flamenco en los pies Y prácticamente imposible convivir  con esos dos amores a la vez, aunque tengamos testimonios privilegiados de ese particular romance destinado a corazones especiales. Eso sí, lo que está al alcance de muy pocos talentos es abrazar ambas expresiones y proyectarlas en el mañana, proponiendo un lenguaje, no sabemos si nuevo, pero sí desde luego distinto, mágico, audaz. El ayer y el mañana se dan hoy en la danza y el flamenco de Sara Calero y este su espectáculo premiado en el Festival de Jerez de hace dos años, El mirar de la maja, cuya autoría comparte democráticamente con la cantaora Gema Caballero, a la sazón directora musical del montaje.

El Teatro Conde Duque volvió a llenarse de un público que fue obsequiado a la entrada con una flor: había mucho que celebrar. El Día Internacional de las Mujeres, por supuesto, pero también el estreno en Madrid capital de esta coreografía goyesca pensada por Sara y Gema e inspirada también en la figura de Imperio Argentina; e igualmente había que recodar el centenario del fallecimiento de Enrique Granados, sobre cuya música también gravita esta obra. Había en la platea ese aire de noche grande y… todas las expectativas se cumplieron.

En el inicio Sara Calero se desprende de un envoltorio de plástico, como si fuera un lienzo virgen y en sus movimientos todos vemos a una bailarina frágil que da sus primeros pasos, como si fuera una de esas bailarinas de una caja de música. Después su danza despierta y se desata haciendo un guiño a la India, apoyando su baile con el castañeo de unos crótalos que tenían vida propia. Allí todos nos entregamos a Sara por la elegancia de sus manos, la raza de sus caderas, la jondura de sus pies. Y en el medio, gestos de baile antiguo liberados junto a movimientos modernistas, en cuyo contraste habita toda la verdad de esta mujer.

El contrapunto también se daba en la voz de Gema, a veces templada en un mero recitado, como cuando cantó una poesía de Carolina Coronado, una autora extremeña que firmaba con pseudónimo en un tiempo en el que los derechos de la mujer ni se soñaban. Y también en el duelo de guitarra flamenca y guitarra española; la primera en manos de Fernando de la Rúa; la segunda, tocada a la antigua usanza, con el mástil en vertical, de Pablo Romero Luis; dime con quién andas y… ¡menuda compañía!

Por momentos Sara Calero sale del lienzo de sábana habilitado en la trasera del escenario, y sobre el que se proyectan dibujos de la pintora Mara Azparren. Y así hasta el final, en el que su cuerpo es el mismo lienzo, pintándose ella misma sobre su cuerpo, mientras ejecuta esa danza sin nombre destinada a visitarnos mañana.

Otra noche grande en Conde Duque y Ellas Crean. Noche grande de la maja de Sara. Y el Goya de Calero.

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