Evie Demetrieu
Foto: Daniel García-Pablos

EVIE DEMETRIOU
The more you dance the more you get
Museo de las Artes Decorativas

 

El orden de las cosas no es un orden natural contra el que nada puede hacerse, sino que es una construcción mental, una visión del mundo con la que el hombre satisface su sed de dominio. 

Resumen de La dominación masculina, Pierre Bourdeiu

The more you dance the more you get constriñe, ciñe, limita. Ciñámonos por tanto al lenguaje y a sus definiciones.


Ser humano. Individuo, unidad indivisible dotada de alma y espíritu cuya mente funciona de manera racional. Cosificación. Ser humano usado como un cuerpo que simplemente existe para el uso y placer de otros, esto es, reducir un ser humano a un objeto. Objeto. Cosa material inanimada que puede ser percibida por los sentidos. Sentidos. Capacidad para percibir estímulos internos y externos mediante el empleo de órganos específicos.

Si partimos del fundamento ético de Kant, la humanidad nunca debiera ser tratada como un medio. Así, en esta obra, el cuerpo de la mujer (ser humano) es el objeto inanimado (cosa) que un otro percibe con sus sentidos (buscando solo el propio estímulo). Uno toca, retoca, abusa, fuerza, vulnera, profana la cosa, pero la cosa es ser humano y es ser mujer… Mujer sin ojos con peluca roja y pie sobre tacón.

A través de la danza, esta obra denuncia una desigualdad que estrictamente ligada con la cosificación sexual. Al dejar de existir únicamente para el otro, al ser únicamente cuerpo “hecho” para ser mirado o usado se convierte en cosa para otro, en cuerpo pasivo y manipulado en manos de otro cuerpo activo y manipulador.

La bailarina Evie Demetriou, bajo sus ideas enmarañadas, fuerza la exhibición del sexo cosificado de la mujer. Ella es una mujer anónima pero como todo lo anónimo es multitud, su sexo podría ser el de cualquiera de nosotras. En el cuerpo-objeto vapuleado y con esa araña gigante trepándole la cara, Demetriou nos cuenta que las trabajadoras sexuales ni son miradas ni tienen derecho a mirar. Son simplemente usadas. La explotación sexual explota en el hall del museo. Un cuadro animado que nos recuerda ese mercantilismo que hay en cada esquina. He ahí la ecuación. Algo a cambio de dinero.

Resulta muy duro ver a un palmo de ti cómo se revuelve un cuerpo igual al propio cuando es mercancía en otras manos. Aquí, el uso forzado de la mujer está a merced de un otro, abordando el lado menos amable de la sexualidad, del género. Bebiendo del lap dance, la bailarina transforma lo que inicialmente parecen movimientos sensuales en movimientos mecánicos y faltos de razón y corazón. El término lap significa regazo y de ahí podríamos irnos a la danza del vientre, aunque para la mayoría de los egipcios, según cuentan, las bailarinas no son mejores que las prostitutas. Lo que inicialmente parece un baile de regazo se convierte golpe a golpe en una actividad agresiva donde el cuerpo de la mujer ya cosificado deja al descubierto sus marcas de maltrato.

Aquí no hay oscilación alguna entre una relativa libertad y una coerción real. Todo es coerción, fuerza y descoordinación. La cosificación sexual implica que una persona adquiera el rol de sujeto y la otra el rol de objeto y hay que recordar que esta objetivación es otra de las muchas caras que tiene la violencia simbólica, ya que al pasar la persona a ser un simple objeto, la deshumanización se convierte en un gran daño colateral.

Trabajo muy didáctico que puede ayudar a comprender a los jóvenes y no tan jóvenes la distinción de conceptos ya no solo sexuales sino aquellos que se expanden en todos los ámbitos de la desigualdad. Hablamos del poder que uno ejerce sobre el otro. De la dominación. Curioso cómo a través de la danza de Demetriou, una puede experimentar el abuso en primera fila y ser testigo de una danza denuncia.

Tras un ejercicio físico que llega a límites insospechados, Demetriou acaba autocosificándose para que palpemos la cosificación con claridad meridiana. Tras destapar su rostro toma el pulso al público. Le mira directamente diciendo: mi sudor es tu sudor. No soy una cosa, soy una persona. Soy mujer con ojos dedos corazón y tiento. Sosteniendo la mirada nos lanza en cifras los “Hechos”, la realidad del tráfico de mujeres y niñas. En el vuelo de datos que cae en nuestras manos llega la denuncia. El rechazo en los ojos del público nos moviliza y marcamos siete cifras en nuestro móvil para denunciar el abuso.

Enhorabuena a la agitadora Demetriou por llevar la crítica al baile y envolver la palabra mercantilismo con la palabra danza, participando y haciéndonos partícipes de una óptica crítico-feminista.


Nuria Ruiz de Viñaspre

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