Lucía Montes y Mado Dallery - IN-SIDE
Foto: Daniel García-Pablos

LUCÍA MONTES Y MADO  DALLERY
IN-SIDE

Domingo 20 de marzo
Museo de América


Caminaría desnudo por el cráter de un volcán activo

si con ello pudiera aprender algo que no supiera ningún otro hombre 

Taylor a Landon (El planeta de los simios)

 

En In-side, dos cuerpos se encuentran en el cráter de un pasillo. Pasillo que es volcán y centro de la experiencia sensorial como estrategia. Dos cuerpos rodando por los siglos de los siglos en un acoplamiento que viene de una Era Terciaria de animales nuevos.

Así como en un acoplamiento de naves espaciales un receptor de forma cónica se introduce en la boca de un emisor igual de cónico, en In-side, Mado Dallery y Lucía Montes investigan la corporeidad desde la afectación circular, desde el acoplamiento de sus propios cuerpos. Dos gotas de mercurio rodando por ventanales con vistas al espacio. Dos empáticas burbujas de aire que al incrustarse la una en la otra llegaban a la conexión hermética final respetando su ser de dos.

Toda una marea de rotación sincrónica que va de cóncavo a convexo. He aquí la base de una investigación que no deja de avanzar. Trabajo experimental donde asistimos al nacimiento de otra curvada humanidad en constante evolución. Un uróboro humano. Llenar el hueco. Vaciar el hueco. Un hueco que está en constante afectación a través de la absorción de la energía del otro. Dos cargas estructurales caídas en una remota estación espacial que no han de amortiguar el impacto que se da entre ambas. Proceso de investigación donde las masas se transforman en materia moldeable, destructible, fraccionable.

Habitantes primitivos llegados a un nuevo paraíso de existencia tridimensional donde el eco que deja el cuerpo, afectado de pasado, alcanza al otro que mira hacia el futuro. Entidades inciertas pero interdependientes. Dos nómadas experimentando un prolongado jet-lag donde el cuerpo mira con el cuerpo entero. Es la mecánica motriz de dos cuerpos en desplazamiento. La espacialidad del intercambio de dos formas acopladas con todas sus extensiones urbanas.

Estamos ante una Nueva Era habitada por una Dafnis y una Cloe renovadas, contenidas en la contención. Dos hipnóticas esculturas en movimiento dentro de un mismo engranaje donde la fuerza de la gravedad es atracción y distracción. Mientras, la existencia humana ahí, flotando en la superficie. Dos fardos lleno de amor que cargan sobre su espalda robusta el no-tiempo formando una multiplicidad de formas geométricas que absorben el mundo conocido. Parecieran astronautas caídas en un espacio ulterior que indagan el espacio exterior. Debajo, el latido de la Tierra las vomita a la vibración, a la corriente alterna que hay en toda extenuación de energía.

Interaccionan. Se tiñen la una a la otra. La carga de color ocre de la antesala las afecta. El color arenoso de una afecta al color de la otra hasta acabar en una única forma desfallecida en una baldosa incolora. Ellas son pasado y futuro. Un distorsionador de formas que produce esferoides en sus astronómicas mentes. Sus cuerpos son un anillo interior y un anillo exterior que juegan a entenderse bajo el pulso de la tierra. Un anillo por donde entra la luz y un sonido de agua que te lleva al útero y te expulsa a otra galaxia.

La carne guía las estrategias meditadas. Ambas tienen la capacidad de ser múltiples, de ser muchos cuerpos simultáneos. De ser público que mira. De ser baldosa. Porque estamos ante el cuerpo en otra dimensión. Un cuerpo que se proyecta en el espacio e incorpora aquello que se le acopla, pero que a la vez se desincorpora al proyectarse en el uno. Despresurización. Proceso empático de ser en el otro articulado un cuerpo canalizando intensidades. Es la constante oscilación de lo humano. La fisicalidad emocional desde donde se percibe el mundo. Desde donde buscar la totalidad humana. La noosfera transcendida.


Nuria Ruiz de Viñaspre

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