
Cuatro armaduras de guerra. Rajadas. Cuatro piezas lisas recortadas con armaduras de perna y pierna y de pie quieto metido en escarpines muy de punta. Escarpines hechos de estambre y barbote en yelmo bien sujeto a coraza.
Estamos en el mundo de los contrastes. Mientras en el interior de la sala de armaduras del Museo Lázaro Galdiano, estos maniquíes armados escrutaban cuatro esquinas, LaSala nos introduciría ya sin armas en otro mundo más blando dentro de esa sala. Un enorme océano sin agua y sin esquinas. Sabemos que el agua es el elemento sagrado que protege la energía femenina, y ahí nos introducimos. En nuestro mundo. Nuestro ahogado micromundo. Ese mundo único, estético, pero no estático. Un mundo femenino en el que se puede respirar sin aire bajo el agua sin el agua. Y de tan femenino mundo, que hasta esas armaduras inhiestas parecían mover sus caderas afrontando líneas mujeriles. De repente, con más carne emocionada, ya estamos dentro de la sala con LaSala. Dentro de la realidad virtual que Ellas Crean partiendo de su propio Universo femenino y yendo hacia otra realidad más terrenal.
Trajeadas con neopreno rojo -como rojo es el carmín y el marfil del ojo bien pintado-, una a una, iban entrando con el rostro bajo unas grandes gafas de realidad virtual, para vernos de otros modos en sus mundos. Ellas entrando al Mar Rojo, al Mar Negro, al Mar Muerto o saliendo a tierra. Un trío coreográfico nos transportaba a lo blando de la danza con sus pies calzados en calcetín de abrigo. Sus seis piernas dentro de escarpines eran seis espadas que viajaban a la misma velocidad a la que estamos subidos en la sociedad actual. Llenaban de lenguaje físico el espacio y sus pies descalzos eran reencarnados en aquellos escarpines de metal y carne y armadura.
Tres nadadoras sincronizadas, no solo en movimientos terrenales, sino también celestes, nos proponen fotografías nuevas a los ojos confluyendo en otra realidad aumentada. Tres nadadoras telúricas sin agua bracean con docenas de tentáculos, sin oxígeno ni bronquios hacia otro de los mares, el Mar de la Emoción y el eco que nos deja la danza más moderna.
Bajo una música actual, este trío de sirenas nos introduce en su propia realidad virtual. Una dos tres… Natación sincronizada en otro elemento. Tierra. Nado sin agua. Inmersas ellas inmersos todos en esa virtuosa realidad virtual. Una anticipación al futuro. Trío de columnas corintias y articulados movimientos. Tres silencios con sus tres réplicas. Como música que lleva la réplica del seísmo. Tres puntos rojos en alta mar como tres faros que guían al naufragado.
Medusas mitológicas teñidas de rojo y pasarela, cuyas articuladas piezas formaban el motor del baile donde baile y guerra es uno. Donde bailarina y armadura es una. Pose de armaduras femeninas. Máscara de armadura dialogando con escafandra o yelmo o nada. Las cinturas de las gentes y demás metales se movían en la sala mientras el tentáculo izquierdo sabe qué está haciendo el futuro del tentáculo derecho. Transmigración de arma-dura a arma-blanda. De metal a carne.
Música electrónica que en un momento me llevaba a la rebelión minimalista de Steve Reich con su enloquecedora It’s Gonna Rain o su bucleado Come Out, cuando sonaba Ghetto Kraviz de Nina Kravic. Un bucle dentro de otro bucle que se repite una y otra vez donde todo se junta y toda parte de un todo es el todo. La primavera yéndose al verano…
Summer’s gone, I have come home
Summer’s gone, I have come home
Spring-ding down the stroke
Spring-ding
(repeat)
Do you need else what?
Do you need?
(repeat)
Tres cuerpos alineados que se repiten alienados. Multiplicaciones. El baile desde dentro. El único baile. Una cruz tatuada en un tentáculo resalta es a la vez la misma cruz que forman los tres cuerpos montados con sus tentáculos fuera ya de sus ventanas. Latigazos en el tronco. Oscilaciones robotizadas. Convulsiones y temblores en el propio mundo hasta llegar al futuro más inmediato. Al latido latiendo. Una nueva forma verbal entre compresión y comprensión. Sirenas en un océano de tierra mientras la sirena-madre nos miraba el baile.
I follow river de Lykke Li, reza la canción última que cierra este Mar Rojo sin esquinas… Te seguiré a lo profundo. Tres Peces Globo preciosos que sabían respirar bajo el agua. Al final, salen del mar como entraron o salieron de la tierra.
[…]
Be the ocean where I unravel
Be my only, be the water
And I’m wading
You’re my river running high
Run deep, run wild
I, I follow, I follow you
Deep sea, baby
I follow you
I, I follow, I follow you
Dark doom, honey
I follow you
[…]
Y es que, LaSala en esa sala se movió como pez en el agua. Todo un homenaje al mundo femenino. Al regreso de la energía femenina a la tierra. A una tierra con agua sin agua.
Por Nuria Ruiz de Viñaspre