Inexistentes para la Historia de la Literatura. Con esta letanía, como un rosario desgranado desde lo invisible, nos presentó Pepa Merlo una por una, poema tras poema, a ese grupo de mujeres denominado “las sin sombrero” que constituyen el flanco femenino de la Generación del 27. Su antóloga ha recogido en el libro “Peces en la tierra” lo más representativo de la poesía de estas intelectuales, ocultas por la sombra que se proyectó sobre sus cabezas, como una losa funeraria, desde las alas de los sombreros masculinos.

¿Teresa León? ¿Ernestina de Champoucín? ¿Concha Méndez? ¿Josefina de la Torre? ¿Magda Donato? ¿Margarita Ferreras? ¿Josefina Bolinaga? ¿Quién se acuerda de las sin sombrero?

Pepa Merlo y, desde ayer,  unos cuantos más: los que tuvimos el privilegio de compartir, en el recital titulado “Donde me pidas iré”, dentro del festival Ellas Crean,sus poemas hechos música por Moncho Otero y Rafa Mora,  juglares contemporáneos que, acompañados al piano por Juan Antonio Loro, con reminiscencias de blues, rock, samba o tarantela, lograron despejar esa espesa niebla y descubrirnos a las poetas en todo el esplendor de la contemporaneidad. Estaban tan cerca, tan vivas, tan a plena luz del día, que hasta pudimos cantar con ellas.

“Contigo”, “Roja”, “Romancillo de invierno”, “Qué hermosa la vida” … y así, hasta dieciséis poemas casi recién estrenados, recién compuestos, recitados por primera vez. Y, entre ellos, ya inolvidable, ese beso que Pilar Valderrama, Guiomar de Antonio Machado, nunca, ya nunca, pudo darle jamás.

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