
Prosiguen, por decimotercer año consecutivo, los buenos vientos para la creación de las mujeres. Son varias las figuras, de ámbito local e internacional, programadas en el festival Ellas Crean. Anoche la cantante griega Savina Yannatou ofreció en Conde Duque un concierto en el que presentó su reciente disco “Songs of Thessaloniki”.
Savina Yannatou es otro de los numerosos ejemplos que, en los últimos años, informan acerca de la ingenuidad que supone aplicar los adjetivos de revelación a quien, como ella, lleva trabajando en la música mucho tiempo. Savina nació en Atenas, pero a su expresividad asoman muchas y muy diferentes razones: estilos rembetiko y nisiotiko desde el palacio de la música de la tierra propia desde luego, y, desde el gran templo del mundo, toda clase de cancioneros de Armenia, Palestina, Albania, Italia, Turquía y Macedonia, por citar solo unas pocas geografías al azar. Muy variados son, pues, los rumbos por los que esta artista puede caminar.
La geografía de las dificultades
En este paso suyo por el ciclo Ellas Crean, ha venido a poner en acción un álbum todavía no presentado en Madrid, “Songs of Thessaloniki”, que, en realidad, es un compendio de recuerdos y emociones de inmigrantes, viajeros y refugiados llegados de todas las culturas imaginables: turcos, judíos, serbios, armenios, búlgaros… la geografía de la dificultad de vivir. Todo ello destapa una verdad irrefutable: en este mapa encrespado y reconocible, el mundo de la canción se ha convertido en algo tan absolutamente universal que la multiplicidad de referentes es un auténtico reto a la hora de la verdad, encontrar una voz propia.
Savina Yannatu la tiene. Desde su irrupción en la escena profesional, en 1979, es una artista de la estampa y la palabra, con los atributos justos que precisa. Apenas otros que no radiquen en concentrar su potencial en un caudal vocal prodigioso, cuyo breviario parece extraído, unas veces, del temperamento sin barreras de Joan LaBarbara, y, otras, de las mejores cantoras tradicionales del Mediterráneo. Y el ropaje instrumental que elige para acompañarse es de primera calidad en los aciertos de un grupo que, como Primavera en Salónico, tiene en el bajista y en el percusionista a los músicos de mayor enjundia, aunque el resto también secundase con elegancia el rosario de canciones ofrecidas.
Ha sido una buena idea abrir este festival con esta artista. Sobre todo teniendo en cuenta que, mientras Ellas Crean desarrolle su programa, otros espacios -como ya ha sucedido en ediciones anteriores- dirigirán sus atenciones hacia el mundo de las mujeres, con más o menos ligeras intenciones de implicación. Este cartel, sin embargo, tiene una veracidad que, certificada con los años, difícilmente puede ser igualada.