Anoche, la flautista presentó en Clamores los temas de su disco «Araras»
María Toro ha vuelto a pasearse por los escenarios con un disco nuevo bajo el brazo. Se llama «Araras” y, anoche, la flautista gallega hizo presentación oficial de sus temas en el marco del festival Ellas Crean. El concierto tuvo lugar en la sala Clamores, y María estuvo acompañada en su escena por algunos de los músicos que, durante su grabación, construyeron el espléndido mundo sonoro del álbum. Sencillamente, para la flautista, esta complicidad es determinante a la hora de concitar las atenciones del público que acudió anoche al concierto.
Arquitectura sonora flamenca y brasileña
El repertorio, lo más parecido a un canto a la reflexión, estuvo sustentado fundamentalmente por piezas de arquitectura y geografía flamenca, y alguna que otra de tinte brasileño, como «Chacareando», del percusionista Tibere Zwarg. Todos los títulos fueron leídos con sensibilidad jazzística diferente a la del disco y muchos apuntes nuevos. Una alquimia creativa que María Toro jamás ha basado en la acumulación de los lenguajes jazzístico y flamenco, y sí en un discurso unitario en el que no se observan líneas divisorias entre ambas estéticas; sencillamente, las dos fluyen de forma natural en la inspiración de su autora. Una jazzista de latido flamenco, o, si se prefiere, una artista flamenca con técnica de jazzista.
Una apuesta muy moderna
La suya puede que sea la apuesta más moderna del flamenco renovado, tras Jorge Pardo y como consecuencia de él, y a todo ello contribuyó también el quehacer de sus acompañantes; gente que se entrega a conciencia en la labor de conseguir la tensión adecuada para cada tema, encendiendo así el piloto sutil de esta ceremonia de encantamiento musical que fue construyéndose en la velada. Mención muy especial, desde luego, para el pianista Moisés P. Sánchez y para el armonicista Diego Villegas. Y fue en temas donde la imaginación discurrió especialmente certera, “De 10 en 10″ o las relecturas de “Que te ven los pájaros» y “Araras”, donde la temperatura de la sesión se saltó el horizonte, penetrando en ese espacio donde los artistas tropiezan a menudo con lo sublime.
