Le dicen la voz desnuda, seguramente porque no viste palabra con ningún artificio ni ropa vocal. Ella canta y el mundo se detiene, mirándose en las cosas bellas que nos quedan. Y es más, hasta emociones con cierto sinsabor, caso de la nostalgia, habitan en ella con un aire de alegría que no es normal. Quizás por eso su canción se ajuste tan armoniosamente al fado, género con el que se asomó al mundo en su anterior disco, “Todas las horas son viejas”, por cierto, premiado como mejor trabajo discográfico de fados publicado fuera de Portugal. Tampoco esto es normal, aunque la artista lo dejó claro al inicio de su recital en Ellas Crean: “Hoy que la gente de otros países canten fado entra dentro de lo habitual, pero que lo haga una chica donostiarra… ya no es tan normal”. Se llama María Berasarte y, como ya se ha sugerido, es una voz que prende en el suelo de su San Sebastián natal para respirar afuera en mil y un vientos musicales. La cantante compareció en Conde Duque para presentarnos las canciones de su nuevo álbum, “Súbita”, que tras lo escuchado -se coincidirá- se trata de un disco necesario.

Berasarte se rodeó de una inmejorable compañía sobre el escenario, desplegando a sus costados la cuerda rítmica del bajista Fernando Júdice y la cuerda mágica de la guitarra flamenca de José Luis Montón y la guitarra española de José Peixito. ¿Alguien pide más? Estos instrumentistas se cuentan entre la nobleza de nuestra escena, regalándonos arreglos altamente delicados y hermosos. Llegado a este punto, y salvando todas las distancias pertinentes, cabe resaltar este feliz romance de la voz de la donostiarra con la cuerda, en similar fascinación como la que sienten cantantes como Cassandra Wilson, DianaKrall,  Madeleine Peyroux o Silvia Pérez Cruz, por citar algunos ejemplos más evidentes.

En el umbral de su actuación la artista encaró una canción subyugante, Contigo, que acabó rematando con aromas flamencos. Después llegaron otros temas incluidos en este su nuevo disco, caso del “Txoria Txori” de Mikel Laboa, “Palhaço” de Egberto Gismonti o el universal “Piensa en mí” de Agustín Lara. Hay composiciones con vida propia como “MS” o “La fiesta”, convocando también ese fado que tantos éxitos le ha reportado, cado de “Fado de invierno” o la mencionada “Todas las horas son viejas”.

La noche fue bañándose en aguas dispares, pero siempre bajo el embrujo vocal de María Berasarte, efectivamente una voz desnuda que conmueve por dentro y por fuera. Entonces lo entendimos todo, súbitamente: la suya es una voz con todas las palabras y todas las músicas.

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