El trío de la guitarrista Mary Halvorson presentó anoche en Conde Duque los contenidos del disco «Convallaria»

De nuevo, otro de los conciertos que este año ha programado Ellas Crean se resolvió en apenas cinco metros cuadrados de escenario. Velada de formación breve en Conde Duque, pero apuntando al máximo y mostrando que, para que afloren sensibilidad, entrega, exaltación, embeleso y celebración continua, basta con que haya unos pocos genios sueltos en escena.

La de anoche era la comparecencia de la guitarrista Mary Halvorson al frente de su trío, y los objetivos previstos se cumplieron con creces: confirmar que la escena del jazz se sigue moviendo, que no todo han de ser relecturas del pasado. Halvorson, con su guitarra, labra su propio surco en el que hasta la explosión más libertaria se asienta en gratos términos de audibilidad. Es una artista que no renuncia nada, a ningún recurso expresivo, y lo que nos regala carga al fondo por el jazz y, en primer plano, por la música de improvisación libre.

 

Estreno en Madrid

La habíamos visto antes en la edición de JAZZMADRID de 2015, formando en los Young Philadelphians de Marc Ribot, pero este ha sido su estreno como titular de su propio trío. Un proyecto llamado «Thumbscrew» en el que Halvorson cuenta con una rítmica que se muestra especialmente acorde al concepto. Michael Formanek ocupa la plaza del contrabajo con sabiduría y calado. Es un solista imbatible, de buenas cualidades melódicas e intuición sin demasiados límites. Y su expresividad, por si esto fuera poco, alcanza a menudo fraseos de la estirpe robusta de Cecil McBee y Barre Phillips. Tomas Fuyiwara, en la batería, se comportó con modales de músico seguro y virtuoso, haciendo elegantes filigranas con platos y bombos en los espacios que desarrolló en solitario.

 

La música del asombro

Y arrancó el trío con varias opciones sucesivas del temario de «Convallaria», el disco, y a todo el mundo dejaron estas piezas boquiabierto de asombro. Una música precisa, vigorosa, y unas líneas de composición y arreglos que abren el arco de expresividad hasta el instante mágico. De la disonancia europea, a la presión del jazz de avanzada; del fraseo que alimenta la pasión del solista, a pasajes abiertos en los que este trío reclama su condición de líder en el vasto y atractivo panorama de la música de invención espontánea.

Los caminos para llegar a la improvisación libre, una música que tropieza con el desdén del formalismo académico, pero que fomenta la predisposición a la inventiva, son tan variados como la dirección que toman sus creadores. Con «Thumbscrew» queda patente cuántas cosas puede hacer Mary Halvorson más exaltantes que el trabajo realizado para otros. Lo suyo es una sana corriente de aire fresco, lejos de los estereotipos.

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