La cantanta saharaui presentó en Ellas Crean el álbum «Abbar el Hamada»

Con pleno y muy encomiable acierto, el festival Ellas Crean de este año dedicó anoche su programación, a la puesta de largo de las canciones incluidas en el reciente álbum de la vocalista saharaui Aziza Brahim, de título «Abbar el Hamada».

Las reivindicaciones artísticas -especialmente musicales- realizadas en favor de la independencia del pueblo Saharaui se han reproducido en las dos últimas décadas en infinidad de ocasiones. Pocas veces, no obstante, con la intensidad, con la emoción, que lo hacen las canciones de esta artista nacida en los campamentos de refugiados de la localidad argelina de Tinduf hace 40 años.

 

Pulso rítmico

Sus elaboraciones muestran todo el pulso rítmico que la música de su ámbito cultural es capaz de ofrecer, y, a ella, palmas, percusiones, cordófonos y voces añaden siempre fundamento para que se produzca una suerte de ritual del que los occidentales quedamos inmediatamente prendados. Y los dividendos promedio de los mensajes literarios obtienen, por añadidura, muy buena calificación. De manera más que especial composiciones como «Calles de Dajla» o «El canto de la arena» representan una explosión de vitalidad, celebrando la anhelada independencia. E idéntico juicio merece «Baraka», directamente inspirada en el imprescindible trabajo realizado, con manos amorosas, por las mujeres saharauis.

 

Una geografía sonora variada

En cuanto a la música propiamente dicha, imprescindible señalar con el mayor de los entusiasmos que el concierto fuese un recorrido por una música que, partiendo de ritmos oriundos del Magreb, viajaba -gracias al guitarrista Kalilou Sangare a los territorios del blues de Mali, abriéndose igualmente a esa contaminación occidental que genéricamente llamamos rock. Las percusiones enredadas con la políglota guitarra eléctrica; el bajo sin fronteras de Guillem Aguilar cruzado por la sabia batería de Aleix Tobias. Y todos sacudiendo toda clase de síncopas de blues a la luz de una escenografía en la que Aziza era el centro de todas las miradas.

Un valor artístico y emocional notables, y una de esas propuestas que se viven y se disfrutan de forma intensa. Así, uno bien puede pensar que la verdadera patria de Aziza Brahim es el escenario. Y lo domina durante todo el tiempo que permanece en él. Para el caso, por espacio de algo más de noventa minutos, porque en algún punto había que acabar, y, además, el temario del disco ya había sido desarrollado en su totalidad.

En estos días, la prensa especializada se ha hecho eco en sus publicaciones de todas y cada una de las bondades de Aziza Brahim. Faltaba, sin embargo, esta presentación en vivo, y la cantante desbordó las expectativas. Conciertazo.

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